Los errores son comunes a todos, y aún a pesar de eso estoy profundamente convencido de que las más bellas creaciones devienen de vidas atormentadas.
¿Qué en que me baso?, faltaré a un viejo juramento que aún no hago: no violar la confidencialidad del paciente; pero ella me contó, hace ya cinco meses, en la sala de emergencias de un hospital, donde algunos pasillos son tan tenebrosos como los sueños infantiles de horror, con tuberías angostas y oscuras que llevan quizás a ningún lado, me contaba que casi la habían violado, cuando tenía cinco años, por su abuelo que la había criado; -bueno- le dije yo alejándome emocionalmente, se bien lo doloroso que son las vidas ajenas, dolorosamente simples en su tragedia, una frase resume su más grande pena, una canción apena su más grande alma y la envenena, pero no ella, no era solo una frase, era una colección de fábulas terribles de tragedia, de desdichas; mi histriónica facha me abandonaba y casi lloraba en esa sala donde seguro las almas penaban, lloraban por su vida injustamente terminada, por su sangre silenciosamente apagada, y así se presentaba una niña y su consulta simple de una vida lastimada: halitosis.
Las preguntas que tienen por objetivo desentrañar posibilidades patológicas enmarañaban el cuadro.
Vivía en las afueras de uno de los cantones satélites de una ciudad mediana, en una casucha abandonada de sus padres, donde nada, salvo ella habitaba y donde su abuelo llevaba comida podrida y también llevaba sus insinuaciones miserables, no había asistido a la escuela, por lo que su lenguaje y expresión no dejaron de desazogarme, -“¿recuerdas esto de acá?”; -“mi mama me había hecho caer de la cama cuando era chiquita”; respondió claro, simple, sin remordimientos, sin penas, como un papel memorizado, sin advertencias; se trataba de una deformación osteomuscular en su escápula izquierda.
Y continuaba con la misma
Me abandona la escansión, encontré un Hennessy entero……
No tenía más de 14 años, pensé -bonita fiesta rosada vas a tener,- pero no podía dejar de escuchar ese lenguaje tan articulado, elucubrado con fluidez, sobre algo que pasa, y nada más: su pena; divagaba mucho sobre su vida, con la paz y calma que uno encuentra en confesar la vida de uno con gente que nada importa porque simplemente no existe: están ahí y nada más, luego se van y dejan de vivir en mi para mí. Y así los secretos carecen de trascendencia.
Había vivido desde pequeña como sirvienta, vida de mierda pensé, por mas poética que se imagine esta vida solo imaginando es graciosa, solo un pícaro crearía al lazarillo de Tormes, y esta no tendrá aventuras ni siquiera certeras desventuras, solo la inmunda vida gris del que se apega y todo espera de su patrón: nada. A mi patrón Dios: salud.
Los sábados viajaba de regreso a su casa una hora en esos buses hediondos oscuros e incómodos, donde los angustiados y los que perdimos a Dios vamos a comer hongos, llegaba y le esperaba en frente tras la puerta tierra y oscuridad, un catre pulguiento: me imagino ese catre, de madera café, con innumerables hoyitos de polillas, con cartones limitando entre la madera y la estera, ¿y con qué se tapará?, el fogón estaba en la única y deducible minúscula habitación, calentaba ahí lo poco que le llegaba, y aguantaba las insinuaciones de su abuelo que le repetía, ya déjate, ya tas grandecita, solo la punta, a tu madre también le monte, si eres medio puta, soy mono de bragueta brava, y no solo palabras, las manos que tocaban, las nalgas, la concha. “-Una vez que yo le saque de ahí a puntapiés y con la escoba, volvió el sábado siguiente con el único arroz que hasta ahora me trae, uno con gusanos, asqueroso…. -silencio-…. no recuerdo haber vivido con una sonrisa que no sea de complacencia, quisiera huir, correr a donde no haya más que solo mi vida, a terminar de vivir para regresar muerta, para una vez muerta poder seguir viviendo esta vida que me asesina”.
Yo seguí con el examen físico mientras ella me hablaba, me confesaba de nada, que no amaba, -¿quien se acerca a alguien roto?- Me volvió a preguntar como si yo estuviese ahí, yo tampoco sé, respondí callado, y pensé quien desearía ese pequeño cuerpito moreno sin sensualidad, bajito, delgado, sin insinuaciones de femineidad, donde varios puntos dolían somáticamente o quien sabe porque dolían, ese día atrapado con esa persona inhabilito mi razón, y confiar que el adormilado de mi compañero lo dedujera era pedir demasiado.
Lancé algunos diagnósticos, atolondrado, viendo al infinito, sabiendo que no acertaba ninguno, de pronto paso la ronda, mecánicamente resumió: una niñita con diagnostico de infección de vías respiratorias, pensé en bronquiectasia, varias cosas me lo sugerían, pero ellos no dijeron nada mas al respecto, tratamiento con macrólidos y otros antibióticos de amplio espectro (hasta que no me paguen no hare propaganda) y será derivada, -más bien devorada por la vida- a un refugio infantil.
Ese punto fue también el mío, salí, ya no como el primer día muy triste, ya desarrolle inmunidad contra la mierda de la vida.
¿La más bella creación?, ella, un prototipo no producido en masa, una inequidad entre lucidez y belleza física, una lucha por convertir en comedia esa tragedia, esa infausta escena que debimos espectar, sabemos de ella el fin: en la vida no hay magia, salvo la que creamos, y yo deje escapar esa carta. Espero que ella no cometa demasiados errores……..
Hay tantos dolores multiformes y más intensos en la vida, que sobrecogen cuando los presenciamos y no negamos la cara para no terminar como la niña deformes por la vida, pero nos empeñamos en creer que nuestra minúscula vida es de pena infinita, de ese modo nosotros somos los poéticos, los héroes doloridos, los cantantes apesumbrados de canciones cadentes y tristes, no nos falta gran cosa para ser felices más que valor, por tanto el castigo de la cobardía es ser infelices, esa niña necesitara más que solo valor, también una mano, mi mano es esta maraña de recuerdos, el resto, el valor que se necesita lo buscamos ambos.
Al doctor Trépano, tu eres otro ejemplo de “la magia de la decepción”, te tocara revivir estos cuadros, trata de que esté presente el Dr. Nietzsche.
La vida es una película……………
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no hay bien que del mal no venga, o ¿como era?