¿De dónde salieron esas gentes?, antes casi no se percibía ruido alguno, ¿qué hacían a esa hora de la noche por ahí?, simplemente estaban junto a un basurero, o parecía simplemente una casualidad; una mirada más inquisidora revela todo: pepenadores; pero es una familia completa, digo al menos una numerosa congragación de individuos sombríos, no por lo negro que se divisa su misma vida que les circunda con un halo diametralmente opuesto a lo luminoso de los iconos cristianos de santos bellos, con la menor que no tendría la estatura de más de sus seis atrofiados años, y las dos mayores que por lo engañoso de sus ropas blancas raídas, que ya dejaban advertir corvas adolescentes, y que la necesaria mirada desviada para no mantener recuerdos que no son gratos no me permitieron saber exactamente cuántos años tenían, y esa bandada de niños, esos niños, todos morenos, todos pequeños casi minúsculos, todos correteando tras de otros con un trozo de basura en la mano en una escalinata de esas que sardónicamente llaman regeneradas, jugaban como perros sin un hueso, con esa hambre rabiosa y engañada, disimulada con el juego, con esa furia olvidada de los padres que algo hablaban y los miraban, sin nostalgia, sin esperanza.
- "¿Ellos rezarán o no, o por eso les irá mal?"
- "Por Perú hay unos niñitos indigentes que no tienen absolutamente nada, y vos vieras como creen en Dios, como le rezan, y cuando tienen alguito para comer le agradecen a Dios; ustedes están el cielo en comparación"
- "¿O sea que el tipo del auto Aveo que va por ahí, está en el más cielo?"
De ahí el silencio en el que se me llaman bruto, insensible.
Qué clase de corazón se debe tener para siendo omnipotente no hacer nada, quiero creer que es verdad que "Dios no ha muerto, que solo se mantiene al margen", pero yo soy a su imagen y semejanza y nada puedo reprocharle, porque, ¿qué clase de bruto escribe en vez de dar un pan?,¿ quién se atreve a sentirse mal por un cuadro innumerable y multiforme?, y ¿quién se preocupa por esos niñitos casi deformes?, ¿en que mejora su situación el sentirme única y mezquinamente mal?
Los lamentos son las monedas con que el mezquino paga al desdichado. Así como el olvido lo es del miserable.
¿Pero qué puedo hacer al respecto?, hasta llegar a una respuesta, llego más pronto a la esquina, y sé que se convertirá, en uno de esos cuadros del recuerdo, que ya nada importan, de esos que no sé si se siguen repitiendo, esos cuadros que todos hemos tenido y que necesariamente todos hemos perdido.
Pero al fin de cuentas quien es más miserable, quien mas ruin, quien el definitivo imbécil, ¿es el padre que se niega a pagar la renta porque no tiene un maldito peso?, y el muy imbécil no hace nada para mejorar la situación; sabe que sus hijos serán ebrios irremediables, los soldados que van a morir a guerras idiotas, la basura que nadie saluda, y las hijas que serán pobres putas con una vida nada romántica, y el padre idiota o idiotizado por una vida ingrata y que fulmina de inmediato toda esperanza solo los mira escarbar un montón de basura a esperar hallar ahí lo que la vida no les da y nada más.
Es el miserable el solitario sensible que hasta ahora se conmueve por tanto dolor callado, por tanto cuadro como ese que tantas veces habrá pasado, por innumerables fabricas de sueños con alas dóciles como garras de cuervos.
Es lo terrible de ese instante la madre que tiene esperanza absoluta y ciega en Dios o el Dios que todos dicen llega siempre tarde pero que nunca falla.
¿Quién el más miserable, el más mezquino?, es fácil la respuesta pero para mí dejo de tener ese cuadro importancia.
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no hay bien que del mal no venga, o ¿como era?